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Académicos de universidades nacionales, agrupados en el Centro Nacional en Sistemas de Información en Salud (CENS), diseñaron el primer instrumento para medir el impacto y madurez de innovaciones tecnológicas de aplicación en salud en Chile. 

El sistema, realizado gracias al financiamiento entregado por Corfo, busca contribuir a acelerar los desarrollos tecnológicos locales tanto para su implementación en los centros de pilotaje del Ministerio de Salud en el sistema público como para potenciar su escalabilidad a nivel internacional. 

La herramienta – ya disponible en cens.cl/calidad , considera parámetros en cuatro ámbitos, técnico, clínico, comercial y regulatorio, y clasifica a las innovaciones en siete niveles de avance. En su construcción tomaron parte investigadores especializados en diversos campos del ámbito de la informática médica, provenientes de las universidades Católica y de Concepción.

Eric Rojas, Doctor en Ciencias de la Ingeniería y Jefe del área de Calidad de CENS valora que “observamos un incremento en el desarrollo de innovaciones en salud, y, en ese contexto, entre más maduros estén los proyectos, su impacto en mejorar las formas de atención y la salud de los pacientes será mayor. Buscamos que las soluciones tengan calidad técnica, que resguarden la seguridad de los datos de los pacientes y estén validadas clínicamente”.

El crecimiento de la industria de las tecnologías de información y comunicación en salud ha sido exponencial en la última década. Solo en el ámbito de las aplicaciones para teléfonos inteligentes en idioma español se estima que, actualmente, existen más de 45 mil alternativas, aunque menos del 1% demuestra algún tipo de efectividad clínica comprobada con mediciones sistemáticas.

Instrumento

El instrumento se encuentra disponible gratuitamente para que los equipos de desarrollo –que diseñen una aplicación, software o dispositivo médico– puedan evaluar cuál es su grado de madurez. A través de herramientas computacionales, un formulario digital de siete niveles puede establecer en qué nivel se encuentra el proyecto.

El Instrumento considera dos consultas iniciales de clasificación (para determinar qué tipo de emprendimiento se evalúa) y luego un total de 36 preguntas que abordan aspectos de desarrollo tecnológico, impacto clínico, proyección comercial y cumplimento regulatorio. 

“Si la evolución se hace de acuerdo a lo establecido y el resultado es un nivel de madurez alto, implica que la solución está apta para salir al mercado, porque estamos validando con las mejores prácticas clínicas y técnicas”, explica Rojas. 

“Es difícil para los proyectos transmitir de forma rápida cuál es su nivel de evolución real, si son una buena idea que está validándose o ya están en una fase de pruebas con pacientes. Discriminar entre distintas herramientas es habitualmente una tarea que consume muchas horas de experto”, comenta el Dr. Camilo Erazo, gerente general de CENS. 

Erazo además agrega que la información será útil para el director de un hospital que necesite incorporar tecnología al proceso o para una empresa que busque invertir en una compañía emergente. “Esto es importante porque baja barreras de colaboración, permite comunicación más fluida y facilita el trabajo de todos los que gestionan distintos proyectos de innovación para poder asignarle un nivel específico a cada uno de estos proyectos”.

La herramienta no solo recolecta información actual de los proyectos, sino también proporciona una hoja de ruta para ir sorteando las brechas que le permitan subir al siguiente nivel de madurez. Se trata de recomendaciones específicas que facilitarán su acceso al mercado. “Hay muchas soluciones bien desarrolladas tecnológicamente, pero están al debe en la validación clínica, u otras que necesitan mejorar comercialmente. La idea es que también sea un instrumento educativo para fomentar la competitividad”.

Ecosistema chileno

El Instrumento fue validado con el primer set de proyectos participantes del torneo de emprendimiento en salud digital CENS Tech Challenge, desarrollado por CENS con apoyo de Corfo durante el 2019, y que preparó desarrollos tecnológicos para hospitales públicos. En su proceso de formación participaron académicos de las cinco universidades suscritas al Centro, organismos públicos y representantes de la industria.

La iniciativa ganadora, desarrollada por dos ingenieros de la Universidad de Concepción, ya se encuentra implementada en el Centro de Salud Familiar Paulina Avendaño de Talcahuano, donde espera alertar en forma temprana una patología denominada pie diabético, que causa dos mil amputaciones al año en Chile, principalmente como consecuencia de una detección tardía de la condición. 

Soluciones para incrementar el acceso a test de salud mental en poblaciones de edad avanzada y detección vía algoritmos de neumonía también formaron parte del grupo, seleccionado entre más de 300 postulaciones. Varios de ellos se encuentran trabajando con equipos tecnológicos de hospitales públicos para ajustar su implementación en beneficio de pacientes y la resolución de brechas de alto impacto. 

El Dr. Camilo Erazo, gerente general del CENS, explica que los proyectos del ecosistema local son muy diversos y van desde la inteligencia artificial hasta el uso de dispositivos en la ropa (los denominados “wearables”), incluyendo múltiples aplicaciones de software. Por esto, la participación de académicos de distintos ámbitos y universidades resultó fundamental para describir sus potenciales impactos en una matriz de acceso abierto y gratuita.

“Durante los últimos años hemos visto un gran interés en el emprendimiento en salud digital y hoy tenemos una gran variedad de proyectos, que surgen tanto desde emprendedores independientes como de empresas establecidas e incluso desde dentro de los propios establecimientos de salud. Cada uno buscando construir algo nuevo, útil y relevante para los pacientes. Esa diversidad exige poder mirar el problema desde distintas experiencias, conocimientos y áreas de experticia”.

Para Eric Rojas, la plataforma tendrá un impacto significativo en el fortalecimiento del ecosistema tecnológico local. “La salud digital ha tenido un enorme cambio en la última década y en Chile vemos ese crecimiento. Al haber muchos innovadores, la existencia de herramientas que fortalezcan la calidad de sus desarrollos y permitan evaluar objetivamente su avance solo impactará en que se generen productos más competitivos, que podrán llegar de forma más eficiente al mercado y aportar de manera más sólida la salud de los pacientes”.

Problemas de impacto

Más de 318 mil aplicaciones de uso sanitario para teléfonos inteligentes se alojan en los servidores de las tiendas de descarga de Apple y Google, 45 mil de ellas disponibles en español, de acuerdo al informe “El Creciente Valor de la Salud Digital”, elaborado en 2018 por el Instituto IQVIA para Datos de Salud Humana, dedicado al desarrollo de productos de salud e informática). 

El estudio precisa que estas herramientas fueron diseñadas para más de 340 tipos de dispositivos en todo el mundo, en dos categorías de uso: manejo de condiciones de salud y gestión del bienestar, apoyando a través de las tecnologías de la información necesidades como adherencia a tratamientos, embarazos y cuidados de la mujer, y apoyo clínico para enfermedades, en la primera; y nutrición, ejercicios y estilo de vida, en la segunda. 

Cada día se agregan cerca de 200 nuevas soluciones a las Apps Store, pero el principal problema en la actualidad es que menos del 1% del volumen disponible tiene una validación efectiva en términos clínicos. En 2017, la FDA de Estados Unidos (agencia responsable de la regulación sanitaria en el país norteamericano) emitió una recomendación en la que llama a probar clínicamente el beneficio concreto de las herramientas tecnológicas.

Al año siguiente, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación denunció el caso conocido como “Implant Files”, en el que la empresa norteamericana Medtronic, líder del sector de la tecnología médica y los implantes, y cuyos dispositivos estaban relacionados con 9.300 muertes y 292.000 lesiones en los últimos diez años. 

“La validación de las aplicaciones es prácticamente nula. Y es claramente un problema tanto por el gasto innecesario de recursos de los usuarios como por su impacto en la salud de las personas”, asegura Daniel Capurro, asesor CENS y académico de la Universidad de Melbourne, Australia.

El experto nacional, quien colaboró con la génesis del Instrumento de madurez, remarca que “la realidad en Chile no es distinta a la de otros países, donde no hay demasiadas soluciones que demuestren su efectividad, pero el mundo avanza en esa dirección. Es una necesidad continua para las aplicaciones, los software y los dispositivos médicos”.